Pensiones
Vitalicias: el efecto Gertrudis
http://anif.co/sites/default/files/uploads/Ago2-11.pdf
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Dado que la esperanza de
vida al nacer se ha ido incrementando prácticamente en todas las latitudes, con
mayor frecuencia la gente del común se pregunta si los ahorros acumulados
durante su vida laboral activa le resultaran suficientes para vivir
confortablemente hasta la fecha de su defunción. La respuesta, en principio,
dependerá del régimen pensional adoptado.
Si se tratara del régimen privado, basado en cuentas individuales, la respuesta se fundamentará en cómo incrementar los retornos esperados de su portafolio de ahorros. Ello ha llevado, especialmente en América Latina, a moverse institucionalmente hacia los “portafolios generacionales” (multifondos). Sin embargo, las tendencias seculares del capital (con retornos históricos decrecientes) también indican la sabiduría de incrementar el volumen de los ahorros voluntarios, complementando los “ahorros obligatorios”.
Si se tratara del régimen privado, basado en cuentas individuales, la respuesta se fundamentará en cómo incrementar los retornos esperados de su portafolio de ahorros. Ello ha llevado, especialmente en América Latina, a moverse institucionalmente hacia los “portafolios generacionales” (multifondos). Sin embargo, las tendencias seculares del capital (con retornos históricos decrecientes) también indican la sabiduría de incrementar el volumen de los ahorros voluntarios, complementando los “ahorros obligatorios”.
Si se tratara del régimen
público, donde se “prometen” determinadas tasas de reemplazo (=beneficios
pensionales/contribuciones) sin atención a esa mayor longevidad, la respuesta
está en cómo enfrentar los mayores déficits fiscales que está causando lo que
denominaremos el “efecto Gertrudis”. Hacemos alusión al legendario caso de
Gertrudis Janeway, quien falleció en 2003 en los Estados Unidos, tras haber
disfrutado de una pensión durante la módica suma de 106 años: Gertrudis
disfrutó la herencia de dicha pensión durante 76 años y su marido la había
disfrutado durante los restantes 30 años. ¿Cuál fue el truco que permitió que
una pensión multiplicar su perverso
efecto fiscal por cinco veces? De una parte, estuvo la longevidad de doña
Gertrudis, quien vivió 94 años; pero, de otra parte, estuvo la “vitalidad” de su
esposo Mr. John, quien decidiera casarse con la joven Gertrudis cuando él
ostentaba los 81 años y ella sus “tiernos” 18 años. Dado que Mr. John murió
casi en la noche de nupcias, la joven Gertrudis pasó “por sobrevivencia” a
disfrutar de dicha pensión durante prácticamente el 81% de su vida. Si
denominamos como “tasa temporal de disfrute” la relación Años Disfrute/Años
Contribución, observamos que en el caso de doña Gertrudis ascendió a 3.3 veces
(= 106/32), cuando los cálculos actuariales indicarían que dicha relación no
debería ser superior al 0.5 (= 20 años de disfrute / 41 de contribución).
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